De las primeras sílabas de los versos de este himno se toma el nombre las notas musicales de la notación latina moderna, hecho realizado por Guido de Arezzo en el Siglo XI. Guido de Arezzo utilizó la primera sílaba de cada estrofa, excepto la última: ut, re, mi, fa, sol, la. Siglos más tarde, Anselmo de Flandes introdujo el nombre si para la nota faltante, combinando las iniciales de Sancte Ioannes.
Posteriormente, en el siglo XVII el musicólogo italiano Giovanni Battista Doni sustituyó la nota ut por do, pues esta sílaba facilitaba el solfeo por terminar en vocal. Constató que era difícil solfear con la nota ut ya que terminaba en una consonante sorda, tuvo la idea de reemplazarla con la primera sílaba de su propio apellido (do) para facilitar su pronunciación. Otra teoría afirma que quizá provenga del término Dominus, Señor en latín. En Francia todavía se sigue usando ut para algunos términos musicales técnicos o teóricos, por ejemplo trompette en ut o clé d'ut.
El Himno a San Juan Bautísta escrito en la Edad Media en la lengua Latín y los cantos Gregorianos producen en los que cantan y en los que escuchan una gran intensidad de gozo y de un estado general intenso de armonía, balance y una conexión con lo divino.
Estudios realizados dicen que solamente cantados o escuchados en la lengua Latín y en las lenguas antiguas se produce este fenómeno de bienestar general de la persona. Será que las lenguas antiguas como el Latín, su pronunciación, sus frases llevadas al canto producen una vibración a una frecuencia que lleva a la armonización total del cuerpo y una conexión con lo divino.
Estudios realizados dicen que solamente cantados o escuchados en la lengua Latín y en las lenguas antiguas se produce este fenómeno de bienestar general de la persona. Será que las lenguas antiguas como el Latín, su pronunciación, sus frases llevadas al canto producen una vibración a una frecuencia que lleva a la armonización total del cuerpo y una conexión con lo divino.
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